
Un día de fiesta en Villa Amalia la quinta del abogado Miguel Alvarado Bauzá y su esposa doña Amalia Zúñiga y de la Barrera. Un día de campo delicioso les brindó el domingo á un grupo de sus amigos, el distinguido matrimonio Amalia Zúñiga y Miguel Alvarado.
El lugar escogido para la fiesta no podía ser más apropiado : la famosa Santa Amalia, espléndida quinta, perteneciente un día á don Felipe Malpica, y que el señor Alvarado ha hermoseado, embellecido de manera tal que la ha convertido en un verdadero edén.
Aquello es un derroche de lujo y de confort; situada en lugar originalmente pintoresco, bastante lejos de la ciudad para que lleguen de ella á la quinta muy tenues los ruidos, y lo convenientemente cerca para estar en breve tiempo en la capital vecina, con diversos panoramas todos bellísimos, con arboledas hermosas y refrescante ría, es Santa Amalia la villa ideal.
Y villa de los novios, pudiera también llamarse, que en ella han pasado los días primeros de sus enlaces, conocidos y enamorados jóvenes…
Con esplendidez y amabilidad notorias, atendieron á todos sus invitados Amalia y Miguel, los señores de la “villa Amalia” y con ellos la dulce, la amable, la espiritual Amalita y sus jóvenes hermanos.
Fué aquella fiesta de jóvenes, que es siempre doble fiesta, primavera riente en la naturaleza y alegre primavera en los espíritus.

¡Qué día tan bello y qué momentos tan deliciosos! Allí, al lado de la hada buena y gentil de la villa imponderable, sus lindas amigas Orosia Figueras —que parece evocar con su figura la silueta de aquellas heroínas blondas de las baladas alemanas,— Nena Suarez, Cristina López Gobel, mi compañera inolvidable de un viaje que, por ella, me parecía ir al país de los ensueños, y su hermana Ofelia, Hilarita Fonst, digna de llevar ese nombre que llevaron y llevan hermosuras habaneras, Panchita Suarez Murias, —que me hace gran honor al ser mi tocaya,— Miss Suarez, extranjera relativa y que consideramos nuestra paisana en absoluto y las hermanas Teté y Chela Robelín, que van en lugar postrero, porque al decir del poeta, es el sitio más seguro, —ambas tan interesantes, tan lindas y bulliciosas.
Los jóvenes Alvarado —los hijos del feliz Miguel, con sus amigos François y Alberto Ruz, Miguel Morales, Jacinto Pedroso, Luis Baz, Pedro Pablo Jiménez, René Ferrán, Gerardo Rubí, eran caballeros de damitas tan gentiles como las citadas anteriormente.
Bajo la arboleda hermosa se sirvió banquete á lo Lúculo: corrió el licor de oro espumoso, con insólita prodigalidad; se paseó en bote por la poética ría; se bailó en la casa suntuosa y por fin, á las seis de la tarde, en los coches de la casa, volvieron á la Habana los invitados.
Todos trajeron de aquella fiesta un recuerdo imborrable.
La fiesta en Villa Amalia de Amalita Alvarado Zúñiga en 19081
Y anoche (domingo, 21 de junio 1908), efectuóse la fiesta anunciada en la hermosa finca Santa Amalia, fiesta con que sus amables propietarios celebraban el aniversario del natalicio de su encantadora hija Amalita.
La lluvia del sábado obligó á suspenderla momentos antes de comenzar. Es de sentirse que no sea éste el único asunto de que trate hoy, ya que me priva el extenderme como se merece fiesta tan encantadora. El señor Miguel Alvarado y su esposa, la señora Amalia Zúñiga de Alvarado, invitaron á un grupo de sus amistades muy extenso.
Ya desde fuera, cuando se iba llegando á la finca, apreciábase el buen gusto que había presidido en el adorno del jardín. Parecía que nos acercábamos á uno de esos jardines tokienses, que nos describe la admirable imaginación de Pierre Loti.
Miríadas de farolitos chinescos se cruzaban por los jardines, de árbol en árbol, siguiendo sus guirnaldas las tortuosas líneas de las alamedas y bordeando la fachada de la casa. Y en aquel jardín, que aspecto tan encantador ofrecía, habíanse colocado numerosas mesitas donde los invitados disfrutaban del buffet y la cena esplendidos con que se les obsequiaba.
A la entrada de la casa, recibían cortésmente á sus huéspedes los esposos Alvarado-Zúñiga y su adorable hija Amalita, la reina de aquella fiesta en su honor dada.
En la sala se situó la orquesta de cuerda encargada de los bailables. Y la concurrencia comenzó á llegar. Automóviles, carruajes, y ómnibus puestos por el señor Alvarado á la disposición de los invitados fueron dejando allí mujeres elegantes y hermosas.
El señor Alcalde Municipal de la ciudad, su distinguida esposa la señora Rosa Echarte de Cárdenas, que cuenta con tantos afectos en la alta sociedad habanera á la que pertenece y su interesante hija Margot de Cárdenas asistieron. El carnet se llena de nombres distinguidos.
Un grupo de damas que llegó de las primeras: Amelia Blanco de Fernández de Castro, Celia Heyman de Recio y María Julia Faes de Plá. Elegantísimas las tres.
Al azar voy anotando los nombres de las señoras: Clementina Llerandi de Pórtela, Mirta Martínez Ibor de Delmonte, Célida del Monte de Delmonte, Herminia del Monte de Machado, Consuelo de Armas de Primelles, Fidela Méndez Murias de Suarez Murias, Dolores Suazo de Rabell, Angélica Barreras de Cosculluela.
El waltz de la opereta de Lehar La Viuda Alegre, aún imperante en las soirées mundiales, abrió el programa, y las parejas se entregaron al baile.
Un grupito hechicero formaban: Oria Várela. Ofelia López Gobel, Matilde Portela, María Josefa y Serafina Recio, Rogelia y Estela Altuzarra, Piedad Armas, Ana Celia y Emelina Andreu, Bebita Ramos. Orosia Figueras, la delicada figurita, destacándose del concurso.
A su terminación, la concurrencia toda se diseminaba por el jardín en parejas. En los intermedios, una orquesta, ejecutaba toda clase de música criolla. La fiesta llegó á su mayor apogeo, y las parejas paseábanse por el jardín, se sentaban en los rústicos bancos ó se agrupaban alrededor de las mesitas cuyo blanco mantel se destacaba sobre aquel fondo oscuro ofreciendo fuerte contraste.
Todo contribuía á impregnar aquel ambiente de poesía, desde la originalidad exótica del decorado, los farolillos que suministran su luz tenue y el ambiente embalsamado por el hálito de hadas perfumadas, hasta aquel conjunto de mujeres hermosas y hechiceras allí reunidas.
Cuando la cena terminó las parejas volvieron á la sala, y comenzó un cotillón que dirigían Alfredo Lombard y Amalita Alvarado.
Tomaron parte en él las siguientes parejas:
- Amalita Alvarado y Alfredo Lombard.
- Nena Rivero y Gonzalo Alvarado.
- María de los Ángeles Aballí y Lorenzo Angulo.
- Blanquita Fernández de Castro y Alberto Ruz
- Panchita Suárez Murias y Luis Mendoza
- Estelita Machado y Frank García Montes
- María Cristina L. Gobel y Jacinto Pedroso
- Cusa Portela |y Raúl Ruz
- Margot de Cárdenas y Juan Arellano
Muchos regalos se repartieron en este cotillón. Muy tarde, pasadas las dos, al expirar los últimos acordes de un waltz de moda, terminaba aquella simpática fiesta, la concurrencia abandonaba aquella casa donde las horas se habían pasado tan gratas, y los votos eran unánimes por la felicidad de Amalita, el hada, risueña de hogar tan venturoso.
MIGUEL ANGEL MENDOZA.
Bibliografía y notas
- “Crónicas”. El Fígaro. Año XXIII, núm. 6, 10 de febrero 1907.
- Personalidades y negocios de la Habana
- Mendoza, Miguel Ángel. “Habaneras”. Diario de La Marina. Año LXIX, núm. 147, 22 de junio 1908. ↩︎
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