Los Juegos Florales de Santiago de Cuba en 1914. Tendrá efecto, el mismo día en que El Fígaro ha de publicar las presentes líneas, la fiesta solemne de los “Juegos Florales”, que celebra, anualmente, la “Asociación de la Prensa” de Santiago de Cuba.
La organización de esos “Juegos”, se ha llevado a cabo con perfecto orden, y la fiesta promete ser lucida. Es reina la señorita Isabel Hechavarría de la Pezuela.
Agustín Acosta ganó nuevamente la Flor Natural. Y la prensa eligió Mantenedor, al abogado y ex-senador de la República, Antonio Bravo Correoso.
Estos “Juegos Florales” son los segundos que se efectúan en Santiago de Cuba, y yo tengo el deber de declarar que enaltecen a aquella vieja ciudad revolucionaria. Mediante ellos son recaudados los fondos que servirán para erigir una estatua al poeta cubano José María Heredia.
Y si no han logrado ser un exponente de lo que vale literariamente aquella gran provincia, no es sino porque jamás logran tal objeto los certámenes. En cambio, producen animación e interés literarios: son siempre un suceso agradable y contribuyen a formar ambiente.
A los de 1913, hice, desde “El Cubano Libre”, una campaña pintoresca, que surtió provechosos efectos de “réclame”. Dió la sensación de una verdadera y encarnizada lucha de escuelas, que en nuestro medio resultaba asombrosa. No puede negarse que una buena parte del éxito económico de aquella fiesta se debió a mi esfuerzo individual.
El grupo de los innovadores, en cuyo nombre hablé entonces, no concurrió a los “Juegos” anteriores, ni ha concurrido a estos, ni concurrirá a los futuros. Es una cuestión de jerarquías, que no requiere explicaciones. Pero no podemos menos que ver con simpatía todo lo que allí se hace a ese respecto.
Sociedad muy desamorada hacia las cuestiones de arte es la nuestra, y todo esfuerzo que tienda a vencer los prejuicios del “practicismo” y fijar la preeminencia de las cosas del espíritu, es un esfuerzo muy plausible. Es necesario que apresuremos todo despertar de entusiasmos dormidos, de energías latentes, lo mismo en las altas que en las bajas esferas.
En realidad, ningún brazo debe permanecer inactivo, y cada uno deberá realizar con prisa la tarea que le esté asignada. Estos “Juegos Florales” que la prensa oriental celebra, no pueden ser menospreciados, cualesquiera que sean sus deficiencias.
Si nuestro “role” como creadores nos aleja de un público que actualmente no nos estima porque no nos comprende, a esas fiestas culturales toca la educación progresiva de la multitud, el cultivo gradual del medio, siquiera haciendo que fije su atención en cuestiones en que suele no detenerla nunca.
No por inferior, es tarea menos trascendental, y si en Cuba el “nacionalismo” es ya una aspiración seria, deberemos convenir en que Oriente ha sabido ponerse el primero sobre la marcha. Monumentos a viejos poetas, discursos que rememoren el pasado y digan sus virtudes y su gloria, bellas mujeres que prendan flores de oro y plata sobre los pechos de los nuevos porta liras, son elementos destinados a producir un estado de opinión propicio al cultivo de las artes y las letras.
Otro día esa multitud que hoy está lejos de nosotros, podrá ponerse en contacto con los que somos sus directores naturales, y acaso al fin sea posible el bello, magno y ansiado, distante y soberbio, milagro de un renacimiento.
José Manuel Poveda.
Habana, mayo de 1914.
Bibliografía y notas
- Poveda, José Manuel. “Los Juegos Florales en Oriente.” Revista El Fígaro. Año XXX, Núm. 20, 17 de mayo 1914, p. 236.
- Navarro Riera, Joaquín. “Los Juegos Florales pro-Heredia en Santiago de Cuba.” Revista El Fígaro. Año XXX, Núm. 21, 24 de mayo 1914, pp. 253, 254.
- Escritores y poetas: de Cuba y del mundo.
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