Comercios Exóticos: Antonio Liyi. En Cuba, los mercaderes exóticos, y muy especialmente los comerciantes chinos, han disfrutado siempre de grandes prestigios: en sus manos estuvo durante mucho tiempo el más artístico de los comercios: el de quincallas y bisutería fina, perfumes y abaniquería.
Tranquilos junto a sus escaparates, los mercaderes chinos, olorosos a sándalo, expendían los productos de su industria con cierto aire de superioridad realmente encantador.
Antonio Liyi, uno de los comerciantes chinos más ricos y que disfrutan de mayor crédito en plaza, nos decía a este respecto, cuando lo visitamos en su gran almacén de Zanja 21:
—Aquí tiene usted que, a pesar de mis aficiones un poco artísticas, estoy muy ocupado en tareas completamente prosaicas.
Creo firmemente que un almacén de víveres es cosa más rica que un museo de antigüedades, y de ahí que ahora dedique mi atención preferente a los productos alimenticios y atienda antes a la subsistencia de los cubanos que a venderles porcelanas y Budas de colmillo de elefante. Creo que me da más resultado.
Efectivamente, el almacén de Antonio Liyi es un prodigio: allí hay de todo y para todos, y a todos los precios y de todas las calidades. Un personal numeroso y competente atiende al servicio de la casa, y de Zanja 21 se proveen los principales establecimientos chinos de la capital. En los diversos departamentos hay orden perfecto y exquisita pulcritud: allí todo está en su sitio y a su tiempo.
—Pero no se crea —agregó Antonio Liyi —que he olvidado la tradición de nuestros antepasados. En Monte 57 poseo un establecimiento de sedería y quincallería.
La Habanera, que expende a una extensísima barriada, la más populosa de la Habana, los productos clásicos, las chinerías, como las llamó un escritor cuyo nombre no recuerdo ¿Quieres visitarlo?
Minutos después llegábamos en un Ford a la casa de Monte 57. Quedamos encantados. Riqueza, belleza, armonía, buen gusto, orden, pulcritud: en aquel ambiente exótico nos sentíamos como en una gloria terrenal, cuyos ángeles y serafines eran las lindas parroquianas de la casa.
Entre las vitrinas cargadas de objetos preciosos, Antonio Liyi sonreía satisfecho.
—Este es mi tesoro —concluyó —Me siento aquí más en casa. Le respondo a usted de que a pesar de lo que me produce Zanja, La Habanera es mi niña mimada.
Nosotros asentimos. Y curiosos en medio de tanta pequeña manufactura de lujo, las esencias, los juguetes, los abanicos, las fruslerías que hacen el encanto del sexo bello, las superfluidades que enamoran, admirábamos al hombre que ha sabido acumularlas.
Antonio Liyi es el tipo completo del self made man, y es múltiple y perfecto: tan idealista como materialista, tan soñador como práctico y enteramente dueño de sí mismo.
Aprovechamos esta oportunidad para felicitarlo. Sentimos por él la admiración que se merece, y le deseamos, muy sinceramente, que en este año que ahora comienza logre realizar las más caras aspiraciones y consolidar sus negocios de manera que los ponga a salvo de todas las contingencias del futuro.
Bibliografía y notas
- “Comercios Exóticos: Antonio Liyi.” El Fígaro Periódico Artístico y Literario, Año XXXVI, núm. 2, 1919, p. 54.
- Personalidades y negocios de la Habana.
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