Máximo Gómez y Báez
Camagüey, Ciego Najasa 22 Agosto 1895.
Señor T. Estrada Palma.
Mi querido amigo: ¿Con qué Ud. no ha recibido ninguna mía? Lo creo así, pues en la suya en nada se refiere a ella, á aquella carta que apenas puse el pie en nuestra Cuba, le dirigí.
En mi carta de la misma fecha, contesto todos los puntos principales de que Vd. nos trata —y nada me resta que decirle, si no que esperamos á que Vd. se desenvuelva— y su labor produzca los frutos esperables. Soy creyente en una Providencia oculta, que dirige las acciones humanas de los hombres, y es así, que siempre nos queda mucho fuera de la órbita en donde giramos, y todo eso queda al arbitrio de nuestra fortuna, ó desventura. Así pues, por eso creo yo más en la fortuna de un hombre, que en su talento y modo de hacer las cosas, lo mismo en la guerra, que en la política, que en el comercio.
Por, eso no tenga Vd. pena ni temores por un fracaso. Obre sin miedos pues aquí habemos compatriotas, que sin pasión sabemos juzgar á los hombres. No le digo todas estas cosas porque sospeche que Vd. pueda sentirse flojo, en el difícil puesto que Vd. ocupa. Lo mismo que me sucede á mí y solamente me explico de ese modo para que Vd. sepa una vez más que aquí tiene un buen compañero.
Lo que hizo Martí, es nada, lo que Vd. tiene que hacer ahora es lo gordo. Aquello fué la incubación, ahora es llegada la hora del parto, que después de su fracaso (el pobre) tiene que ser muy laborioso. Porque Martí, aunque no es tiempo de juzgar, empezó á torcerse y fracasar desde el Camagüey en Fernandina1, hasta caer en “Boca de Dos Ríos”.
Seis días antes de embarcarnos lo había yo decidido a quedarse, pero un aviso publicado imprudentemente en Patria, lo hicieron volver á atrás y á mí no me fué posible convencerlo y nos echamos á la mar. Pudiera decirse que los amigos de Martí, que alocados lo endiosaban, lo empujaron á ocupar un lugar que no era el suyo y donde pereció sin beneficio para la Patria y sin gloria para él.
¿Y por qué lo dejó Vd. lanzarse? pudiera observárseme. A alguna distancia del enemigo le ordené se retirara, él desdeñó mi orden y mientras yo ordenaba la carga no era posible que yo mirase más á Martí. Cuando me pude apercibir de su caída, lo más que podía hacer lo hice, lanzarme solo á ver si recogía su cadáver. No me fué posible, y puedo asegurar á Vd. que jamás me he visto en tanto peligro. La noticia de fuente española de que yo estaba herido, no dejaba de tener su fundamento.
Así pasó todo aquello, que con más detalles, comuniqué á Vds. á raíz del desgraciado suceso.
Le agradezco á Vd. mucho qe. Vd. se ocupe de mi Manana Con la llegada de Martí, derrotado á buscar mi amparo, apenas tuve tiempo de ocuparme bien de mi familia, al contrario me fué preciso echar mano de lo que debía dejarle. Lo que hicimos yo y Martí, no es para ser contado ahora, se sabrá algún día.
Muchas cosas para Veva cariños pa los niños y siempre suyo
M. Gómez.
Bibliografía y Notas
- Alude sin duda al fracaso de las expediciones de Fernandina, en que fueron detenidos “El Lagonda”, “El Amadis”, y “El Baracoa” en los momentos de zarpar para Cuba. ↩︎
- Gómez Báez, Máximo. “Carta de Máximo Gómez y Báez a Tomás Estrada Palma: Agosto 22, 1895”. Boletín del Archivo Nacional, Enero-Diciembre 1923, 209-211
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