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Los Consulados Americanos y la tragedia de Buey Vaca

02/02/2021 Por Almar Deja un comentario

Vista de la línea costera y de los riscos en Playa de Buey Vaca, Matanzas, lugar de la tragedia.
Vista de la línea costera y de los riscos en Playa de Buey Vaca, Matanzas, lugar de la tragedia.

Relato de la tragedia sucedida a miembros de los Consulados Americanos en Cuba en la playa de Buey Vaca, ciudad de Matanzas en noviembre de 1930. A la salida de Matanzas después dejar a un lado la zona conocida como Cabarrocas y cruzar el puente sobre el arroyuelo de Buey Vaca se abre un camino que no muy extenso desemboca en una playa del mismo nombre donde ocurrió una tragedia que involucró a miembros de los consulados norteamericanos en Cuba.

El lunes tres de noviembre de 1930 el Diario La Lucha titulaba en grandes letras “Trágico Fin de Dos Cónsules y una Dama Americanos en Matanzas”. Al día siguiente el periódico The New York Times se hacía eco de la triste noticia relacionada con la playa de Buey Vaca, sitio cercano a la ciudad de Matanzas.

El suceso ha sido olvidado y en la actualidad el sitio sigue siendo centro de atracción para los que buscan un baño de playa en el verano. En los meses invernales es un lugar más bien desolado y visitado por pocos. Por aquellos días causó consternación el doloroso y triste suceso. Un mes después el Periódico del Servicio Americano rindió homenaje a los fallecidos con unas estrofas de Fitz-Greene Halleck:

Todos le conocieron para amarle, sólo se le nombró que para alabarle.

Pero ¿Qué sucedió el dos de noviembre de 1930 en las aguas de la bahía de Matanzas?

Era domingo el dos, el Cónsul Americano en la Habana William I. Jackson junto a su señora Lillian Jackson of Englewood, los Vice Cónsul Sherburne Dillingham y Sydney Gest además de la esposa de este último, viajaron en automóvil hasta Matanzas, llegando al mediodía para reunirse con el también Vice Cónsul de esta ciudad John Tillotson Wainwright y su señora Alice Cutts Wainwright quienes se encontraban hospedados en el Hotel París.

William I. Jackson
William I. Jackson

Jackson cumplía misión para el servicio consular norteamericano en Cuba desde marzo de 1930 y Wainwright desde junio del mismo año.

En dos automóviles bordeó el grupo la costa de la bahía de Matanzas para detenerse a almorzar en la pequeña caleta de Buey Vaca. Antes del Picnic todos fueron a darse un chapuzón. El oleaje era el más fuerte que habían visto hasta ese momento en Cuba. No se quedaron mucho y el tiempo que lo hicieron fue en aguas poco profundas. Se vistieron y fueron a almorzar.

Hacia las cuatro y treinta de la tarde algunos volvieron a enfilar sus bañadores y se sentaron sobre una especie de saliente rociado por el rompiente desatado sobre la costa. Era aquel un punto escarpado y rocoso. Jackson, Wainwright y Gest quedaron conversando en una cabina mientras que Lillian Jackson, la señora de Gest y Dillingham fueron hacia la costa.

Una media hora después al intentar reunirse con los que ya habían partido se asombraron de no poder encontrarlos. De pronto apareció la señora Gest que llegaba a la carrera gritando que Lillian había caído al agua.

Corrieron hasta el borde y vieron su cuerpo flotando muy cerca de los riscos. Dillingham casi instantáneamente había saltado al agua y recuperando a la señora Jackson intentó subirla por la escarpada orilla. Valiente intento que fracasó por la violencia de las aguas y las dificultades que esto implicaba. Exhausto apenas se agarraba él mismo a las rocas.

Al ver la escena y Lillian Jackson que se alejaba mar adentro entre las gigantescas olas, Jackson, Wainwright y Gest saltaron al agua desde una altura de entre tres y cuatro metros. Gest logró llegar a ella pero no pudo traerla de vuelta a la orilla.

Entre la confusión se veía al Cónsul y su esposa, el cansancio de la lucha y la violencia del mar que con cada nueva ola les hacía cambiar de posición. Desde donde estaban por la corriente y la distancia les era imposible alcanzar alguno de los puntos por los que hubiesen podido escapar. A Wainwright también se le vió arrastrado por la marejada.

John T. Wainwright
John T. Wainwright

Solo quedaba la escarpada orilla por la que en tiempos normales era difícil de escalar, unido a esto la fuerza de las olas y el cansancio.

En ese punto ya se trataba de sobrevivir a la violencia de los elementos. Casi incapaz de mantenerse a flote Gest fue propulsado por la fuerza del mar y agarrándose al pañuelo que su esposa le tendió sobre el borde logró escapar haciéndose tirar por ella hasta que se sujetó a una roca.

Con Dillingham repitió la misma operación salvando a los dos la vida. Por esas cosas del destino tuvo ella el espíritu de no lanzarse al mar y tener el pañuelo así como la fuerza de voluntad para hacer lo correcto en momentos de peligro.

A la señora de Wainwright, quien se encontraba en su auto ajena a lo que sucedía, sólo se le dijo que su esposo estaba bien y esperaba por los socorros. Temían que se lanzara al agua en su búsqueda. Inmediatamente condujo el auto hacia Matanzas en busca de ayuda.

Por su lado, Gest, su esposa y Dillingham se dirigieron hacia la casa más cercana que haciéndole frente al mar se veía desde el lugar de la tragedia pidiendo ayuda o que les fuera prestado un bote que poseían. Ni lo uno ni lo otro obtuvieron bajo la alegación de que el pequeño bote sería volcado por la violencia del mar.

Sin Dillingham que se encontraba desvalido en el auto Gest ni aunque hubiera deseado forzar la situación habría podido apoderarse del bote por la fuerza o arrastrarlo.

De regreso solo quedó dirigirse a la estación de policía en Matanzas donde explicaron lo sucedido y pidieron que fuera despachada una embarcación a Buey Vaquita, cosa que se intentó desde la Aduana siendo imposible la navegación por las horribles condiciones atmosféricas. Para ese momento ya había anochecido.

En la misma Estación de Policía los tres declararon al Juez de Instrucción sobre los hechos ocurridos. Hacia las nueve de la noche Dillingham y Gest fueron tratados en Emergencias por las abrasiones y cortaduras que sufrieron al ser golpeados contra las rocas y corales. Para ese momento la Sra. Wainwright había llegado de vuelta al Hotel París, lugar en el que pernoctaban desde su llegada a la ciudad.

En el Hotel París se reunieron los cuatro sobrevivientes de la tragedia sucedida en la Playa de Buey Vaca en aquel fatídico día dos de noviembre de 1930. Un triste día en el que soplaba un fuerte viento y las olas con furia chocaban contra las rocas cerca de la playa. En la ciudad las intensas lluvias habían desbordado los ríos San Juan y Yumurí.

La enorme ola que arrebató la vida a la señora Lillian Jackson of Englewood le devolvió al día siguiente a unos seis kilómetros de aquel lugar. Unos pescadores recogieron su cuerpo. El de su esposo William también se recuperó cerca de la playa Bellamar.

Los cuerpos fueron enviados a los Estados Unidos donde recibieron sepultura y quedó la tristeza de aquellas vidas perdidas y la lección de prudencia que frente al mar embravecido debe de tenerse. Puedan las almas de Lillian, su esposo William y John reposar en paz desde aquella fatídica jornada que coincidió con el Día de los Fieles Difuntos.

A. Martínez [Ene. 31, 2021]


Nota del Servicio Exterior1

Death of Consul and Mrs, Jackson and Vice Consul Wainwright (Released November 3)

The Department of State regrets the tragic deaths of Consul William I. Jackson and Mrs. Jackson and Vice Consul John T. Wainwright at Matanzas, Cuba, at 6 o’clock, November 2.

Consul Harold B. Quarton at Habana reported that reliable information confirmed their tragic deaths. Mrs. Jackson was washed from a cliff by waves and gale and Mr. Jackson perished trying to save her. Vice Consul Wainwright tried to assist and was drowned also.

According to the records of the Department, Consul Jackson has a stepmother, Mrs. J. W. Jackson, 1609 Third Street, Madison, Ill., and a brother, Mr. Henry P. Jackson, at Waterloo, Ill. Vice Consul Wainwright’s mother is Mrs. Clement Biddle, 1829 Delancey Street, Philadelphia, Pa.

Bibliografía y notas

  • Agradecimientos a Boris Rodríguez por su ayuda con los documentos que han servido para la confección del texto. Como el hecho ocurrió en 1930 existen derechos de copia sobre estos documentos, pues entonces enterémonos por el relato de ellos…
  1. “Death of Consul and Mrs, Jackson and Vice Consul Wainwright”. Publications of the Department of State. Press Releases. Publication No. 129, 8 de noviembre 1930, p. 295. Consultado en línea: Publications of the Department of State. Press Releases. ↩︎

Publicado en: República Etiquetado como: Alfredo Martínez, Matanzas: Historias y Leyendas, Matanzas: Personalidades

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