Los Históricos Mangos de Baraguá por Rafael Gutiérrez Tte. Coronel del Ejército Libertador. En la Historia ha condensado entre sus páginas gloriosas el valor e importancia patriótica que tienen los titulados Mangos de Baraguá de San Felipe, ni nuestros geógrafos y académicos de número han dado verdadero realce a este lugar, que forma parte del corazón de la región de Oriente.
Allí, en memorable día, un genial guerrero, cuyo nombre volaba entonces en aras de la inmortalidad y de la fama, consignó rotunda y violenta protesta contra el Pacto del Zanjón, que puso un alto en el camino a la encarnizada guerra que había comenzado en Yara, el diez de Octubre de 1868 y que parecía terminar entonces, deponiendo las armas los cubanos rebeldes, sin haber logrado conquistar el ideal de Independencia, por el que habían sacrificado familias, intereses, vidas, sangre y energías.
Y es que no han parado mientes nuestros gobernantes. Académicos de la Historia, senadores ilustres, representantes del país, Institutos docentes y miembros del Claustro universitario le la Habana, que los llamados Mangos de Baraguá de San Felipe, constituyeron el lugar histórico más formidable para nuestras inmortales revoluciones, que aseguraron la independencia del suelo patrio;
que fué como el punto de apoyo pedido por Arquímedes, para colocar la palanca que levantara un mundo, donde se colocó la palanca de la Revolución que levantó también en alto el ideal de libertad. que asegurara el triunfo de la revolución nuevamente iniciada en mil ochocientos noventa y cinco.
Porque ese sitio, centro de las sabanas de Baraguá, Bío, San Felipe, San Juan y Cayo Rey, fué de donde partió, cual rayo de un Sol, todo el conjunto de operaciones militares cubanas, tanto en los momentos de crisis agudas de nuestras revoluciones que en los períodos más álgidos de las mismas.
En aquellos nebulosos momentos de nuestra historia emancipadora, cuando las fuerzas camagüeyanas y villareñas, sin esperanza en el triunfo de la causa que con honor y valor defendían, aceptaron el Pacto del Zanjón, días después, el catorce de Marzo de 1878, bajo los frondosos Mangos de Baraguá, el General Antonio Maceo, previas las condiciones de un armisticio, rechazaba severo, ante el general en Jefe del ejército español, don Arsenio Martínez Campos, las condiciones del pacto en nombre del ejército libertador del territorio de Oriente.
Y de los Mangos de Baraguá contramarchó el General Martínez Campos a su campamento de “Sabana-Miranda” —donde hoy se levanta portentosa fábrica de azúcar titulada Central “Miranda”— para emprender nuevas y activas operaciones combinadas, que obligaran au capitular a los levantiscos rebeldes de Maceo, que obstinados juraban continuar la guerra.
No fué esa enérgica y viril protesta producto de mente acalorada y loca, sino que llevaba invívita la dignidad colectiva y el honor por blasón. El diez y siete de Marzo, reuníanse todas las fuerzas del territorio bajo los mismos Mangos de Baraguá, y presididas por un venerable anciano, heroico Coronel Silverio del Prado, —quien al sublevarse en 1868 convirtió en formidable hoguera su Ingenio de Jarahueca, sentándose con su familia en lo alto de una colina para verlo arder— manifestó al abrir aquel acto militar y solemne, que se habían reunido para protestar contra el Pacto del Zanjón.
Y después de la palabra persuasiva, indicadora de peligros, por el culto Coronel, Pedro Martínez Freire, acordó elegirse un Gobierno Provisional, presidido por el General Manuel Calvar, y como jefe de Oriente, el Mayor General Antonio Maceo. Y la fragua de la guerra volvió a encender su lumbre divina, que permitía caldear entre sus carbones encendidos el hierro que había de purificar y redimir la patria de la esclavitud y la ignominia.
Empero, aquella lucha homérica no podía continuar más tiempo en forma tan desigual para los combatientes cubanos, que no tenían vituallas, municiones ni hombres para reponer las bajas: y reunidos en Loma Pelada, refrescada por el río Barigua, que baña las extensas sabanas, el Gobierno de Calvar, el día 16 de Mayo de 1878, después de oír a los comisionados del General Maceo, de comisión en el extranjero, Lacret y Ruiz que de la emigración no había esperanzas de recursos y era necesario evitar sacrificios de vidas y sangre, acordaron capitular y deponer las armas.
Loma Pelada, como el areópago formidable de los antiguos atenienses, fué la colina escogida para reunirse el Gobierno de Calvar en Tribunal Supremo, que condenara a los cubanos a la resignación, abrazando la paz.
Y cuando en 1895, la revolución, después de diez y siete años de paz material, desbordóse por Oriente, como las lavas de un volcán exterminador, volvieron las sabanas de Baraguá a ser nuevo escenario de la guerra, y por su territorio, en recorrido militar, cruzaron sus más heroicos guerreros y los más fervientes paladines de la independencia.
El día 10 de Octubre de 1895, reunidas todas las fuerzas de Oriente bajo los mismos históricos Mangos de Baraguá, juraron la Constitución y fidelidad al Gobierno de la República, entre los acordes del himno de Bayamo, en conmemoración del vigésimo séptimo aniversario del grito de Yara.
El General Antonio Maceo, Lugar-Teniente y jefe del Ejército Invasor, abandonaba el día 20 de Octubre de 1895 el campamento de los Mangos de Baraguá, llevando consigo al Consejo de Gobierno, presidido por don Salvador Cisneros Betancourt, tomando la margen derecha del río Cauto, para atravesar todas las provincias cubanas en inmortal jornada guerrera, hasta los confines de Mantua, en cuyo Ayuntamiento enarboló en persona la bandera de la estrella solitaria que las mujeres camagüeyanas le habían regalado, para que con ella rubricara su triunfo en la parte más occidental de la isla amada; y para caer más tarde, en la jornada de contra marcha, circundado por la inmortalidad sobre la llanura de Punta Brava, el día 7 de diciembre de 1896.
Los Mangos de Baraguá, merecen el honor de ser el centro de un gran paseo, de la Ciudad de Baraguá, donde se levanten, por sus simétricas calles y regias avenidas, las altas chimeneas de nuevas industrias y luzcan entre el reverdecer de sus campos agrícolas las estatuas en bronce o mármol de aquellos hombres inmortales de la guerra, cuyos espíritus parece vagar entristecidos por las extensas sabanas de Hato el Medio, San Felipe, Bío, San Juan y Cayo Rey, pidiendo a los hombres justicia y más patriotismo a los Gobiernos de la República.
Rafael GUTIERREZ Tte. Coronel del E. Libertador.
Habana, 1924.
Bibliografía y notas
- Gutiérrez, Rafael. “Los Históricos Mangos de Baraguá”. Revista El Fígaro. Año XLI, núm. 2, 13 de enero 1924, p. 27.
- Miró, José. “La Protesta de Baraguá 1878-1895”. Revista El Fígaro. Año XXIII, núm. 49, 8 diciembre 1907, p. 599.
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