
Camagüey por Mariblanca Sabas Alomá en 1928. Estoy segura. Si la fé nacionalista se quebrantara, si la confianza en nuestro propio esfuerzo se perdiera, si el alma Cubana, pesimista, se doblara bajo el peso de sabe Dios qué amargas asechanzas del Destino, Camagüey, el Camagüey de hoy, pleno de grandezas morales y materiales, lograría de nuevo —como en el 68, como en el 95— inyectar rica savia de vida heroica al pueblo de Cuba.
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