
Cuenta la leyenda que en tiempos del joven cacique Guacumao, hijo de Canimao y Cibayara, vivía una joven de belleza extraordinaria llamada Aibamaya. La joven tenía enloquecidos a los hombres del poblado de Yucayo, para quienes conquistarla era más importante que asumir las tareas que debían favorecer a la comunidad aborigen.
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